Vienes a mi, cada noche,
tú mirada me penetra como una daga en la piel,
son tus ojos rojos los que me indican que estas aquí,
tú respiración, me ahoga: Robandome el aire, dejándome los pulmones vacíos, porque sabes que me enseñaste qué así es el amor,
con tanto dolor y tanto delirio,
con tanta entrega, todo para ti, solo sacrificios nada de recompensas.
Te extraño incluso cuando estas y no estas haciendome daño, tú, demonio del averno,
de besos fríos y caderas anchas,
qué me llevas y me traes entre tus oscuras mareas,
tú, si tú, abismo de mi ser, me estas volviendo loco al estar tan lejos esta vez,
eres esa pesadilla qué me despierta cada noche y la penumbra qué sosiega mi esperanza,
sé que no sabrás jamás como amarme bien; porque un engendro tan fantástico no puede sentir amor,
pero yo mortal siempre te amaré,
acompañante eterno,
oscuridad de mi luz,
Vicio maldito: Te amo.
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