jueves, 2 de mayo de 2019

Gone with the Wind.



Me tomaria el bastó oceano para saciar esta sed,
pero sé que jamás será suficiente para llenar todo esto que quedo vacío,
Una vez eliminas todo sentimiento tan solo te preguntas:
¿Y ahora que?

Ahora me toca enfrentar lo podrido qué estoy por dentro,
acostumbrarme a vivir con mis fantasmas, 
mi respiración,
los latidos de mi corazón y toda la decepción qué he causado, es duro darse cuenta, pero funciona,
funciona darse cuenta qué la última esperanza que tuve se hundió tan profundamente en mis penumbras y oscuridades qué ya no pudo respirar,
tristemente me he dado cuenta que si en algo soy bueno es en hacer daño y que aunque puedas temer a mis manos, son mis palabras las qué logran traspasarte, una tras otras como la gravedad pisandote el alma, todo esto culpa de mi competencia insasiable por devolver todo el dolor que se me ha causado, 
pero tarde o temprano tenia que pagar,
el karma es un perra qué jamás olvida, 
una promesa irrompible: Que te deja sin nada a lo que aferrarte. 

Y es así que el universo sobrevive,
de dar y quitar,
tanto arriba como abajo: Todos somos mortales y hay algo inevitable, todos vamos al mismo lugar,
entonces, ¿Para que remediar lo irremediable?
¿Para que? Si ya no hay música,
¿Para que? Si ya no hay placer,
¿Para que? Si ya tengo todas las respuestas...
No se puede ir en contra de la corriente,
se debe entender que quizás la muerte es la salvación qué todos queremos, 
sobre todo cuando comprendemos lo desprendidos qué estamos de la realidad, 
el miedo y terror que le puedes causar a un ser amado,
las lágrimas que has hecho caer en vano,
toda esa rabia y odio sin sentido,
qué aunque se fue, dejó marcas,
y me dejo sin nada que querer, sin nada que esperar,
solo este saco de piel y huesos al compas de los latidos de un hueco corazón, el único instrumento que logra servir después de estar tan dañado...
La única razón egoísta qué tenia,
y abandone. 

Soy un bastado mal agradecido qué lo único que tiene claro es que ya no puede más, 
conozco mis límites, 
y aunque trato de llevarme más allá de ellos, ya son años luchando contra lo inevitable,
estoy muy cansado de luchar,
y en ese último abrazo qué le dí: Me deje el alma fuera de mi, para que le acompañe y le proteja,
para que corra con ella,
y pueda darle un beso en la frente cuando lo necesite, porque ya no queda más que ofrecer,
porque era todo lo que ofrecí. 


Porque lo último bueno de mi, el viento se lo llevo y se traspaso a ti. 
Entonces ahora seré libre por fin, 
del dolor y esta podredumbre,
de los atardeceres qué me aterran,
y podré ser un recuerdo bonito y una sonrisa con nostalgia,
quizás cuando me pierda: Pueda vivir. 

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