lunes, 25 de agosto de 2014

Alarm Clock and Memories.

Suena la alarma del móvil, por un momento entro en un trance extraño...
Una vez mas no estoy en mi cama, estoy en una mas grande y no estoy solo, el frió del aire y la pulcritud de todo me inunda, la fragancia me despierta y entonces...
Despierto, una vez en la cama personal, con mi olor, entre mis sabanas sudadas, con recortes y sueños, con milagros nocturnos y pesadillas bien contadas en mi cabeza,
Mas material para escribir,
Menos calma para mi cabeza,
me doy cuenta que estoy jugando un juego en el que nadie puede ganar,
uno el cual incluso yo, soy el peor perdedor.

Estoy jugando a recordar con melancolía.
El cigarro y el vino se acabaron,
nada va a ayudarme a no levantarme a las 8AM para ir a trabajar,
y me he dado cuenta esta mañana que he cometido el peor pecado que uno puede cometer: No he sido feliz.

La belleza es ese misterio hermoso que no descifran ni la psicología ni la retórica,
he allí donde consigo consuelo, porque he allí donde consigo el porque extraño la belleza de las cosas y las cuestiones. La duda es uno de los nombres de la inteligencia, por eso siempre me cuestiono cada mañana al levantarme, ¿realidad o tan solo un sueño?
Estoy vivo o realmente muerto, la verdad no lo sé,
pero,
la muerte es una vida vivida. La vida es una muerte que viene, eso lo sé con sinceridad.
Por algo he construido y beatificado tantos santos y vírgenes, tan solo para verlos arder,
he dejado de creer en mis dioses,
he dejado de creer en mi,
he quemado todas mis catedrales, ya no rezo mas,
me canse de esparcir fe ciega donde no hay milagros coexistentes conmigo mismo,
y quizás sea cuestión de perplejidad esto, pero si de algo soy rico es de perplejidades y no de certezas,
porque solo aquello que se ha ido nos pertenece,
porque ya no es nuestro sino que deambula una parte suya en nuestro cerebro, esa parte nuestra,
ese recuerdo que controlamos y eliminamos si queremos/podemos
somos nuestra memoria, somos ese quimérico museo de formas inconstantes, ese montón de espejos rotos
ese poco de cicatrices y marcas de guerra que exhibimos como trofeos que nunca nadie estimara.

Uno no es lo que és por lo que escribe, sino por lo que ha leído,
yo soy un montón de alarmas de relojes y recuerdos
me he leído a mi mismo miles de veces y soy mejor siendo yo mismo que cualquiera de mis escritores favoritos, cuestiono las cuestiones, peleo las peleas, refuto lo irrefutable
porque me gusta
porque puedo
porque soy tan terco como mula,
porque aprendí de una u otra manera a gozar mis derrotas
porque ciertas derrotas tienen mas dignidad que muchas victorias,
porque realmente no entiendo para que existe el cielo, si todos merecemos el infierno de nuestros recuerdos,
la gente no cambia
solo aprende a mejorar sus mentiras y piedades
solo aprende a lastimar mas despacio
y aunque mucho lo nieguen es así, y esta es la verdad
el tiempo lo dirá,
el tiempo es el mejor antologista, o el único, tal vez, siempre dice y aclara la verdad.

Mientras, yo estoy solo y no hay nadie en el espejo
los reflejos ya no aparecen porque perdí el alma en los sueños
en las miradas
en tratar de rescatarme de un infierno castrante,
sigo efímero en mi cama,
la alarma suena de nuevo y el aroma mujer espanta la soledad de las madrugadas
estoy aquí
estoy allá
soy libre y me encuentro donde quiera,
me levanto con el pie que toque primero el piso,
la alarma vuelve a sonar, pero esta vez sé que no estoy en su cuarto.

Es la alarma del móvil de mi hermana que esta visita,
no la de otro o cualquier extraño.

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