viernes, 10 de agosto de 2012

Animal.


Que disturbio de carne tan hermoso e imposible tienes en tus desvanes,
Te mueves con sutileza, tal cual animal.
Allí donde nadie descansa, todo yace.
Tu inverosímil, te reniegas a aceptar,
A entregarte a la locura que yo ya me entregue hace rato,
A entregarme aquello que siempre he anhelado,
Déjame enredar en la locura efímera,
De soñar, pensando,
Pensar, hablando,
Hablando y tocando...

Mientras creo que tengo posibilidades con algo que no puede ser atado,
Aquello indomable,
Finalmente, tu...

Porque lo se,
Que cuando tu ego sale y bebe no tiene la capacidad de ser amable,
Lo se,
Que eres difícil, también.
Lo se,
Que no te conozco tal vez,
Que las ganas me están matando por morder,
La carne,
Tu sangre,
Ese rojo liquido que me emancipa,
Me vuelve adicto y me disipa,
En aquellas noche de mezquindad, cuando lejos estas en las tierras frías,
Cuando necesito el calor de tus piernas para borrar todo lo que me lastima.

¡Estoy hablando de ti!
Animal,
¡De ti ser abstracto y gutural!
De aquella sombra que me caza sin cesar,
Sin querer, sin notar...
De quien me causa hambres sin alimentar,
Del cuerpo de mi delito abismal,
De la rabia,
De esta tensión sexual, las ganas y la ternura,
De mi temor a alejarte en la penumbra.
De ti, la que camina y conjura,
De ti, la que me enreda y desmenuza,
De ti, la mujer que quiero tener entre mis sabanas espesas llenas de lluvia.

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