martes, 2 de septiembre de 2014

Out of Nowhere.

Si yo fuese dios, sería drogadicto.
Y lograría borrar esta pregunta que me he hecho desde el momento en que te conocí.

También, intentaría olvidar las cosas que he creado o alterarlas.
obviamente borraría las cosas que últimamente he hecho y no me han gustado.
Me preguntaría si tengo la suficiente imaginación para crear lo no creado. Buscaría el demiurgo detrás de mí. Les diría a los humanos que no son más que cuerpos poseídos y yo un espíritu en la nada.

Me preguntaría que he hecho mal o que hice tan bien que muchas cosas se mueven sin mí.
Me interesaría saber que significan mis sueños.
O mejor aun, que significas tú que últimamente rondas tanto mis noches,
seguiría cuestionándome, ¿alguna mujer me encontraría interesante?
Les diría (A los humanos...) que para mí dos más dos también son cuatro y que lo único bueno de ser inmortal es poder conocerlos a todos.

Les explicaría sobre mi miedo escénico.
Qué cuando me rezan y usan la palabra “posesión” vienen a mi mente solos de guitarras y los ojos de una mujer embelezandome como serpiente hipnotizante,
una mujer con nombre francés y procedencia venezolana,
una mujer interesante.
Sabría que no me creerían cuando les diga que soy zurdo o que también sufro alergias, que soy lento en la cocina y que soy demasiado inseguro por dentro...

Si yo fuese dios no sería tan diferente a un humano.
Si yo fuese dios, quizás me eliminaría.
Pero no lo soy,
Y entonces vuelvo a imaginar su cuerpo y el ojo del verdadero Dios que se abre sobre mí y me mira.

Lo miro directamente y me sirve de espejo donde me veo a sus pies, mucho menos que una sonrisa y 4 cervezas bastaron para dejarme allí atado a su cintura,
el universo parpadea y yo aprovecho el secreto para abalanzarme en ella, aunque sea imaginariamente, porque no tuve el valor de hacerlo cuando podía, tampoco es que lo encontré necesario pero allí es que entonces deja de importar quién está arriba o abajo: Cuando los dos estamos adentro.
Cerramos las persianas que ocultan el mundo y nos volvemos gigantes.
Pongo una mano donde va la vida, la otra se filtra desde la espalda al corazón y los labios se vuelven rocío en el cuello.
Un grito nos trae de regreso, no importa de cual boca vino, y luego es la respiración la que marca el ritmo.

Inhalamos,
entramos.

Exhalamos,
salimos.

Y volvemos una y otra vez aunque tengamos que aguantar el aire, el fuego, la tierra y el agua.
Se desmayas en mí y Dios vuelve a parpadear, la caída a mi pecho es eterna pero no te preocupes, yo nunca cierro los ojos.
Espero tu llegada y el descanso, en ese momento la realidad se vuelve sublime.
El ojo de Dios se cierra y yo sigo observando,
pero aun no encuentro la respuesta a mi pregunta, ¿Tú has salido de donde?
Como es que te he perdido estos últimos 25 años...

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