viernes, 26 de abril de 2019

Detox.

Acabo de tener el peor ataque de ansiedad qué jamás he tenido,
el pecho se me estaba explotando, 
es la necesidad por lo innecesario, 
pero poco más de 24 horas.
Es como todo eso que le dicen a los drogadictos. Duele, horriblemente, pero es cuestión de hacerlo un día a la vez, sin mayores expectativas.
Habrá temblores nocturnos. Habrá nauseas matutinas. 
Pero ¿a quién le importa?
Claro que estoy recibiendo ayuda.
Si eso a lo que eres adicto no te da razones para recaer es porque a tu droga favorita le importa un bledo lo que tú necesites.
Las peores se quedan silenciosas, lejanas y al mismo tiempo a tu alcance.
Las peores son demasido orgullosas.
Te dejan toda la decisión a ti.
Y es allí cuando te curtes como piedra de mar y dejas de creer en las razones por las que había sirenas hermosas que quisieron besarte alguna vez.

Yo por lo tanto soy afortunado. 

Me lo están facilitando. Me estoy volviendo amnésico, como los peces.
Amnésico y moribundo.
Sin ganas de esnifarle de nuevo.
Tú sabrás.
Porque lo que soy yo no sé nada de nada. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario