domingo, 27 de julio de 2014

Nocturne.

"Son los amantes, su isla flota a la deriva hacia muertes de césped,
hacia puertos que se abren entre sábanas. Y es sólo entonces cuando están muertos,
cuando están vestidos, que la ciudad los recupera hipócrita y les impone los deberes cotidianos."
Los Amantes, Julio Cortázar

A veces logro dormir,
Me acuesto sobre mi pecho y me arropo la cabeza y allí, me muero.
No todas las muertes son anunciadas; unas son prolongadas, temidas, angustiantes.
Otras llegan una tarde cualquiera en forma de encuentros y café que se convierten en nostalgias y biografías con tardes nubladas llenas de sol.
En las que uno se perfuma, baja escaleras y corre hacía su final, se abren puertas de risa, manos de familiaridad. Las probabilidades se hacen una y las calles huelen a entrega, la gente observa como delatando, saboteando la conciencia, dando oportunidades para recapacitar, con lo sabroso que es hacer una locura,
con lo delicioso que he aprendido últimamente que es escaparse y no rendir cuentas.

Pero tú y yo estamos dispuestos más que resignados a pisotear cualquier duda de deseo.
Caminamos como marchando a nuestro fusilamiento,
como desandando el antes de nuestro después.
La muerte llega fulminante justo entre tu mirada triste llena de pasado y ese intervalo entre tus venas y algún latido libre de culpa. No sé si la muerte podrá saber a gloria si es por gusto; a mí me supo a ti, a vida y tiempo. Se revive, son muertes pequeñas, a destiempo.
Y vuelven las culpas y también el limbo pero al final, me despierto de nuevo en mi cama, frió e incomodo,
Somos animales de costumbres, tengo cosas aun por superar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario