lunes, 7 de abril de 2014

Eraser.

Créeme, lo estoy intentando.
A ratos es más difícil de lo que esperé que sería, pero intento que no te des cuenta.
(Aunque a veces, fallo en eso...)
De cualquier forma, ya ni siquiera de vez en cuando pasas por aquí, por lo que lo que escriba se va a perder igual que lo hemos perdido todo.
Y cuando lo pierdes todo eres libre de hacer cualquier cosa.
Todo es un aprendizaje.
Es lo que me dices con tus grandes ojos de bebé mientras me partes el corazón a puñaladas.
No quiero hacerte sentir mal... Me duele verte así... Pero es demasiado pronto, ahora no, no pronto.
Ya, lo entiendo. Tampoco es que yo sea un tarado que no entiende nada.
Lo que soy es terco e iluso y pendejo, pero tarado no.
Incluso así estoy jodido y el mundo entero se caga de la risa conmigo y tú te quedas de lo más tranquila en tu mundo paralelo como si todo estuviese bien.
Pero nada está bien.
Te sonrío y te cuido igual que siempre y te acaricio la piel igual que siempre y te miro desnuda igual que siempre y te intento besar como te intentaba besar siempre, pero no te voy a engañar, no siento por ti lo mismo de siempre. Está "eso" que me martilla la cabeza y que no entiendo y que me duele tanto y que tú conviertes en nada como si no fuese lo peor del mundo.
Pero lo estoy intentando, aunque no sepa muy bien por qué. A veces tiro la toalla y a veces no. A veces me canso y quiere que todo se vaya a la mierda y otras veces espero que seas otra y que me recuerdes por qué se supone que vale la pena que extirpe el 17 de Marzo de mi cabeza.

Yo ya no lo sé.
Pareciera que sí, pero a los pocos minutos caigo en cuenta de que todas las heridas dejan cicatrices y algunas son tan horribles que no se curan nunca. Y luego trato de ser maduro y al cabo de un segundo mando la madurez al infierno y después quisiera saber por qué y entonces recuerdo que nunca lo voy a saber y que lo tengo que tomar o dejar.
Porque no sé cómo haces, pero hasta parece que quien pierde con todo esto soy yo.
Sin embargo, en mis pocos instantes de lucidez sé que tanto tú como yo estamos claros de que eso no es cierto.
No importa el cinismo con el que lo veas.
Esta cárcel en la que me tienes es temporal, eso te lo juro. Sólo estoy esperando encontrar el switch y apretarlo y que se acabe la rabia y el dolor y esas cosas que tú ves como estupideces y dramatismos y bipolaridad.
Sólo estoy esperando a ver si es verdad que hay un momento mágico en el que todos nos cansamos de recibir patadas en el mismo sitio y en el que de repente todo queda sustituído por esa fría decepción que nos hará más fuertes.
Por eso tienes razón y nunca te la he quitado.
Todo es un aprendizaje.

Esto es lo que he aprendido yo.
No hay príncipes ni princesas ni vale la pena que existan.
Las películas románticas expiran con los créditos.
Siempre habrá cosas que querrás tener y no tendrás y cosas que tendrás y no querrás tener.
Siempre se le hará daño a la persona que menos se lo merece.
Importa poco ser joven e interesante porque siempre habrá alguien más joven e interesante que tú.
No se puede perdonar aquello que ni siquiera entiendes.
Todo cae por su propio peso.
Los buenos siempre pierden.
Los recuerdos no sirven de nada cuando la persona que los comparte contigo los ensucia.
Nadie tiene el corazón tan grande como para merecer una sonrisa.
No sueñes con tener hijos con alguien que en realidad jamás quiso tenerlos contigo.
No te encariñes de más con la familia de nadie.
Todo lo desinteresado y honesto y tierno que hayas hecho se irá a la basura eventualmente.
Nunca digas nosotros, porque todos menos tú han aprendido a ser egoistas.
Hoy es lo único que importa.
Aunque en realidad, nada me importa ya.
No puedes deshacer el pasado.
No puedes olvidarlo tampoco.
Nadie te amará jamás, así que jamás debes amar a nadie.

Cuando sabes eso, lo demás importa tan poco.
La vida tiene un sabor tan suave y cruel.
Y mis sonrisas se harán cada vez más falsas.
Como todo esto que, queriéndolo o no, haces lo posible por perder.

Puedes decir que no, pero te dolerá mil veces más de lo que crees.
Porque se que tu también sientes esto que yo siento, se que lo sentiste.
Y en el fondo, cada vez que hay un detalle mío haciéndote cosquillas, te mueres de miedo.
Y lo borras.

Porque sabes (y cómo lo sabes) que después de mí no hay nada más.

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