sábado, 31 de mayo de 2014

Aera Cura.

Anoche estuve vagando por mis sueños.
Lo mismo que estar perdido en un armario sucio. Entonces se me ocurrió deslastrarme de una vez de mi insoportable manía de hacerme esperar para obligarme a escribir las cosas que no me atrevo a decir a viva voz cuando me comienzan a doler los huesos.
Comencé a preguntarme qué pasaría si describía, como se describe un partido de fútbol, las cosas que pasan por mi cabeza cuando las telarañas permiten ver más de cerca. Comencé a preguntarme qué pasaría si me terminara de quedar dormido para siempre. Me pregunté tantas cosas y tantas cosas son acerca de las que decidí escribir sin ayuda...
Como aquel deseo recurrente y colorido que tengo de asesinar a todos los mandatarios del mundo con una escopeta recortada para luego hacer finalmente lo que me dé la gana, cosa que le mencionaba a quien a veces amo por ratos, hace días en una broma de esas de las mías. Aquellas ganas asfixiantes de encarcelar a todos los dueños de los canales de televisión del mundo, de hacerse con todas las empresas del mundo y meter en la cárcel a los dueños. Aquel plan disparatado de vestir a los encorbatados con shorts hawaianos y ponerlos a trabajar construyendo una pirámide en mi honor en medio de la Plaza Bolívar.

Seguí paseándome por los recovecos de mi cabeza
Y por esas escenas aún más absurdas me pasaban por el frente haciéndome demasiado difícil escoger por dónde comenzar.
Creo que estoy perdiendo el punto.
Hoy soy un caballo desbocado, un autobús sin frenos dispuesto a deslizarse por sobre los miedos que oculto en el descampado de mis memorias. Hoy soy Arturo Castro otra vez y las cadenas quedaron derretidas con zapatos de goma que usaba a los 14 años.
Que él, el Arturo mas maduro y con trabajo y depresiones se quede con su chica (Que no es suya sino de nadie) y la adultez y la madurez y sus técnicas de cocina, contra las que luchaba cuando todavía creía en que podía ser escritor.
Ni tú ni yo lo necesitamos para seguir adelante.
Este es mi diario, no el suyo, este es el diario de un tipo que sabe que es complicado y lo disfruta; Este es el diario de Arturo Castro, es mi historia, no la suya. La cuento como quiera, la leerá quien lo desee y si él no quiere bailar sobre la tumba de todos aquellos que abandonaron sus sueños lo haré yo, al ritmo de las canciones que permanecen escondidas en mi ipod con la pantalla dañada y que desde hace más de un mes resolvió no volver a escuchar jamás.
Soy las ideas retenidas de un cobarde.
Como te lo dije antes te lo repito ahora,
Mientras las ideas no necesiten de dedos para materializarse en palabras mis ficciones dejarán de ser aburridas crónicas sin desenlace.
Mañana amanecerá un día soleado en este cuarto oscuro.
Porque lo único que necesito para reventar al mundo es comenzar a hacerlo.
No pares.
Nunca pares.
Aunque incluso el número cero necesite mirar atrás un segundo antes de seguir adelante, la muerte sigue siendo un caso aparte.

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