martes, 20 de mayo de 2014

Mein.

¡Bien me acuerdo! Hace unos días.
Era una tarde serena,
Ella joven y entusiasta, pura virgen y virgen era ella.
Estábamos apilados uno sobre el otro como colección de cassettes caseros en sus respetivo estuche,
Mirando a los niños jugar brincando y brincando sin parar,
Como reían sin parar, como lo hacían, pero, no mejor que ella...
Nunca mejor que ella.

Yo no soy el que era antes,
Corazón en parada invernadera, alma con culpas y penas,
¡Ella tampoco es la misma lo se!
Esa tarde al oído en secreto le hable,
Y mi cabeza en ella incline,
Casi rompo a llorar como un niño de felicidad otra vez,
Y ahí por primera vez ame.

Nos juramos amor,
Nos juramos fe constante,
Hermosa e irreemplazable,
Para estar juntos aquí y en el mas allá atorrante,
Juramos llevar este amor al otro mundo,
Como un amor y una creencia eterna, como lo que es...Una fe de amantes,
Y tomamos ahí por testigo, a los angelitos blancos y negros,
Que con envidia nos veían besarnos de manera imperante.

Y no consultamos entonces, nuestra suerte venidera.
Lo difícil que seria esta guerra.
Y encontramos entre nosotros la fuerza y firmeza,
Para ganar la batalla al final...Y a las alas de la esperanza nos lanzamos sin dudar...
Porque ella confía en mi como en nadie mas,
Porque me he ganado su amor y su poesía,
Esa poesía que hace con su mirada sobre mi,
Posando sus delicados labios en los míos...
Entre lamidas y mordiscos,
!Dejándome lleno de delirio!
Para así exponerse al mundo vano y vacio,
Con su hermosura y modestia,
Y esa linsoja que seduce,
Y ese engaño que envenena tan bien,
Para borrar mi memoria,
Para borrar con mis pasos sus huellas,
Para que su ángel guardián por mi envidia tenga,
Porque es mía y de más nadie.

Y me pertenece aquí y en donde quiera que este mientras yo pueda vivir,
Mientras las eolias arpas continúen sonando tan bellas,
Y el ave gima al sauce en la mañana buena, perezosa y soñolienta,
En donde se respira el aire puro y se siente la brisa eterna,
Donde se puede respirar el olor a flores nuevas,
Como el olor de su cabello en las mañanas que quisiera fueran interminablemente eternas.
Como son sus besos de niña buena,
Tan buena,
Cálida y perfecta.
Como siempre lo ha sido,
La mía bella.

Por eso siempre he de recordar nuestras promesas,
Esas santas promesas,
Que cumpliré en los años que vengan,
Porque su amor vale le pena,
Porque en su alma inmortal me lleva,
Mas lo pasado fue tristeza, ahora gloria te daré amada bella...

Pero en el presente amada bella,
No importa porque estoy contigo nena,
Y ya no estoy triste ni tú tampoco, mi hermosa damisela.

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